Hacia la Construcción de una Política Pública Socio ambiental para el Campo Mexicano

La construcción de una política pública socioambiental para el campo mexicano, con principios de justicia, equidad, confianza y compromiso, es una tarea urgente y necesaria.
10:31 AM 02/05/2024


Hacia la Construcción de una Política Pública Socio ambiental para el Campo Mexicano

Jaime Navia Antezana

Poniéndonos en contexto
La construcción de una política pública socioambiental para el campo mexicano, con principios de justicia, equidad, confianza y compromiso, es una tarea urgente y
necesaria. Durante mucho tiempo, hemos dedicado nuestros esfuerzos a buscar alternativas al modelo de desarrollo actual en México, el cual ha marginado
sistemáticamente a los pueblos originarios y campesinos, relegándolos casi al olvido.
Los datos del Registro Agrario Nacional (RAN) y del Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI) revelan que más de la mitad del territorio nacional
está compuesto por propiedades ejidales y comunales, con vastas extensiones de
vegetación forestal que son el hogar ancestral de numerosas comunidades y que
albergan una invaluable riqueza biocultural.
Es alarmante, y no es una casualidad, observar cómo estas áreas, ricas en recursos
naturales, son objeto de políticas públicas que favorecen intereses económicos en
detrimento de las comunidades locales. La presencia de recursos hídricos, bosques,
biodiversidad y áreas costeras dentro de estas propiedades las convierte en un
objetivo (por no decir botín) constante para la agroindustria, la industria turística y
la explotación minera, entre otros. Ante esta realidad, es imperativo que la política
pública reconozca y respete la propiedad social de la tierra, así como los derechos
de las comunidades. El desarrollo social efectivo, deberá partir del reconocimiento
al medio ambiente, a las comunidades originarias y al trabajo de los campesinos, que
ha sido relegado durante décadas, lo que ha dado lugar a políticas públicas que
perpetúan la marginación y el abuso.
Motivos y propuestas de una política pública para el desarrollo socioambiental
incluyente y sustentable
En el ámbito de la familia, resulta fundamental promover un Programa de Bienestar
Comunitario que, más allá de brindar pensiones y otros recursos valiosos, se centre
en el desarrollo de capacidades mediante una colaboración entre el conocimiento
tradicional y las ideas provenientes del exterior. Además, es necesario diseñar una
estrategia para mejorar la vivienda, implementar ecotecnologías y garantizar un sistema de salud eficaz, accesible y de calidad para todos los integrantes de las
familias.
En la dimensión ambiental urge una política efectiva, justa y de fondo, con mayores
y efectivos recursos. La misión deberá ser evitar daños ambientales y la sobre
explotación de recursos naturales, como el agua y el bosque, así como, generar
controles internos para disminuir la corrupción e impunidad y promover sistemas
regulatorios acordes a las realidades ecológicas y sociales de México. En vez de
solucionar los problemas, la sobrerregulación (excesiva) ha generado
clandestinidad, corrupción e impunidad, por lo que es necesario promover un
enfoque basado en la confianza y la autorregulación, con un sistema de buenas
prácticas de manejo para promover un control desde el interior de los dueños y
poseedores de recursos. Urge establecer políticas públicas que fomenten la soberanía
alimentaria y energética, con preceptos de justicia, equidad, reciprocidad,
participación, compromiso y responsabilidad socio ambiental.
En la dimensión agraria, también es hora de revertir esta situación y reconocer el
valor de la tenencia social de la tierra, por la cual muchas personas han luchado y
sacrificado sus vidas. Es fundamental que las instituciones del sector agrario operen
en favor de las comunidades, protegiendo sus derechos frente a intereses privados,
siguiendo los principios de la lucha agraria, y no hacerlo de manera inversa
promoviendo la privatización de las tierras sociales, generando con ello mayor
rezago, marginación, migración, emigración y por ende pobreza. Para lograrlo,
proponemos mejorar los procedimientos agrarios existentes, defendiendo la
propiedad comunal y ejidal y garantizando la legalidad y justicia en los procesos de
compra-venta de tierras.
Una figura emblemática del campo mexicano son los "jornaleros". Antaño dueños
de la tierra, hoy día los campesinos y sus hijos se han visto obligados a vender su
fuerza de trabajo, principalmente debido a la voracidad de los emprendimientos
agroindustriales. Este trabajo se realiza en condiciones deplorables y con riesgos
muy elevados, especialmente debido al uso de agroquímicos que también dañan el
ambiente. Si bien es crucial salvaguardar a estos trabajadores, también es imperativo erradicar este flagelo del subdesarrollo. No ganamos mucho si seguimos
manteniendo un sistema que roza la "servidumbre" o incluso la esclavitud en el
México actual.
Fortaleciendo la postura de una política pública incluyente, es imprescindible
reconocer el potencial de desarrollo de las comunidades a partir de sus recursos
naturales, como la tierra para cultivo, así como sus bosques y selvas. En lugar de
imponer modelos asistencialistas, debemos promover sistemas educativos basados
en la articulación de los conocimientos modernos con los conocimientos
tradicionales, en un verdadero diálogo de saberes y enriquecer las capacidades
locales a través de espacios de participación comunitaria. Una posibilidad ya
probada, es generar programas de creación y fortalecimiento de redes para la
reconstrucción del tejido social, esta vez basados en función de la defensa de la
propiedad social de la tierra y el manejo responsable de los recursos naturales,
(tierra, agua bosque, selva, etcétera).
En este contexto, la propuesta de una política pública socioambiental para el campo
mexicano representa un paso crucial hacia un futuro más justo, equitativo y
sostenible para todos los habitantes de nuestro país. Al reconocer y respetar los
derechos de las comunidades, promover la participación activa de los involucrados
y fomentar el desarrollo sostenible a partir de los recursos locales, esta iniciativa
ofrece una oportunidad única para revertir décadas de marginación y abuso en
nuestras zonas rurales. Implementar estas propuestas no solo beneficiará a las
generaciones presentes, sino que sentará las bases para un México más próspero y
justo para las generaciones venideras. Es hora de dejar atrás las políticas excluyentes
y trabajar juntos hacia un futuro mejor


El Diario Visión
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