Los Soldaditos de Dios Los Soldaditos de Dios

23:16:14 / 31/10/2013

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ZACÁN, MICH.- Una de las tradiciones poco conocidas, es la que se celebra en esta comunidad la noche de los fieles difuntos; una tradición que se cumple marcialmente desde hace muchos años y que no ha sido difundida, tal vez por ignorar su origen y el significado. Son pocas las personas que pueden platicar por qué un grupo de jóvenes conocida como cuadrilla, al mando de un comandante y un capitán, marchan y corren llevando en sus manos un arote simulando un arma larga, para visitar la casa de los difuntos que han dejado este mundo terrenal durante el último año.

Yo mismo ignoraba este significado por lo que tuve que apoyarme con un amigo de la infancia, compañero en la escuela primaria; amigo de siempre, Arturo Oseguera Huanosto, quien ha realizado una investigación sobre Los Soldaditos, una especie de ensayo y con bibliografía de La Relación de Michoacán, de Fray Jerónimo de Aguilar.

“… El espíritu indígena en busca de la mejor ruta de traslado hacia los ignotos lugares de allende la muerte. Dado que esto de la vida y la muerte sigue así, San Pedro Zacán no es la excepción. Ahora que se establecen días de guardar, días feriados, días para esto o lo otro; con la cercanía del uno y dos de noviembre, San Pedro Zacán se prepara para, unido, tratar de encontrar el sendero más propicio para el descanso eterno de las almas de sus difuntos. Todos participarán, unos con las acostumbradas ofrendas de frutas, pan o licores del gusto, otros con la preparación de los nacatamales que se habrán de repartir a los acompañantes, otros pondrán la música, los más, a hacer el recorrido por todo el poblado. Pero, sobre todo, se preparan los que habrán de representar a las almas”, dice en su introducción Arturo Oseguera.

Y agrega: “Desde el tiempo todo, nadie lo recuerda con claridad, ya se tomaba al soldado como figura representativa de las almas zacanenses en el viaje que ellas hacen para encontrarse en el mar del olvido-reposo. A esas almas en pena, algo las debe caracterizar; justamente las acciones de la soldadesca en las batallas, hacen las veces de nuestras almas. Tal vez porque a los españoles-soldados, cuando la susodicha conquista, se les permitía –con cierta aura de divinidad–, cualquier acción sin que nada ni nadie pudiera reprenderles por su proceder. O bien, porque el soldado simbolizaba para los indígenas la cercanía con la disciplina, tal vez rectitud, quizá entereza, determinación y fuerza. De allí el disfraz de alma-soldado. El agregado se concentra en las

cosas que más amaba en vida el difunto: comidas, bebidas y música de su preferencia”.

– Señor, por aquí has de ir. Mira, no pierdas el camino.

De esta manera se iba diciendo al gran Cazonci, después de que éste moría. Llevábanle a media noche por toda la población con trompetas y grandes ochones de ocote; todos señalando el camino que el alma del Señor debía de seguir en su camino sin regreso. DE AGUILAR Fray Jerónimo. La Relación de Michoacán.

“Caído el sol del uno de noviembre los señores jóvenes se reúnen en la plaza; los músicos se buscan para acompañar a los soldaditos y los vecinos del poblado se concentran para atestiguar la conformación de la cuadrilla: los más rápidos, los más fuertes, los más intrépidos. Sólo once soldados, un comandante y el capitán. El pelotón necesita armas, éstas se obtendrán de los arotes (cañuelas) que han dejado las primeras cosechas de maíz en los solares. Armados para defender su condición, con su porte de militares y sus armas al hombro, hacen las primeras demostraciones de fuerza, arrojo y disciplina en la explanada de la plaza o la cancha de basquetbol. Las almas se concentran en el centro de la vida cotidiana: la plaza del pueblo”.

– ¡Cuéntense! – ha dicho el capitán a los soldaditos, ¡Números! –, termina diciendo al comprobar que están completos y que se puede iniciar el recorrido por la población.

Prosigue Oseguera Huanosto que, “visitarán las casas de los difuntos nuevos del ciclo que se cierra con el noviembre actual. Se han puesto de acuerdo con el director de la banda de música sobre el rumbo que facilitará el recorrido. Toda la gente del pueblo está en espera; correrán los soldados, la banda entonará lo mejor del repertorio de la música de San Pedro Zacán y la gente acompañará a las almas-soldaditos en el camino que mejor les sea señalado. Los soldaditos-almas no se cansan con las carreras, no se emborrachan con sus licores escogidos, no se llenan nunca con sus comidas preferidas y se extasían con la música de su agrado”.

E iban todos los señores y toda la gente al patio del Cazonci muerto, delante sus casas, y sacábanles allí mucha comida que era del Cazonci muerto, que habían hecho para entonces; maíz cocido blanco. DE AGUILAR Fray Jerónimo.

“Esto hacían después de enterrar al Cazonci, comer todos y engordar la tristeza. De la misma manera, toda la gente acompañante de los soldaditos-almas, comerán los nacatamales que en casa del difunto han preparado. La gente come y se entristece. Los soldaditos, antes de hacer sus degustaciones,

juegan con la pena, tratando de borrar todo vestigio de dolor o de tristeza. Entraron por la puerta y salieron por el solar; en sus carreras han incursionado en la cocina apagando fuegos y tirando ollas, y, si en el camino encuentran tropiezos: puertas, bancos, sillas, alambres, escaleras, montones de leña, grupos de gente amotinada, etcétera, ya por medio de la fuerza, ya por la agilidad, desbaratarán tales obstáculos, dejándolos, en la mayoría de los casos, inservibles. Después beben lo que se les ofrece, comen ofrendas y nacatamales y piden alguna melodía de sus predilecciones, saboreando y gozando el tiempo que es exclusivo de su noche: la Noche de los Fieles Difuntos”.

“Del ejército de almas que pueblan el tiempo, éste grupo de «soldados de Dios», año con año marcará las rutas que les fueron negadas en vida a los últimos difuntos y que han regresado para que los vivos prestemos ayuda en su camino al eterno reposo”, concluye el investigador.