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Desde que la semana pasada declinara Marcelo Ebrard en la contienda interna del Partido de la Revolución Democrática dejando la precandidatura a favor de Andrés Manuel López Obrador, ha regresado de pronto a la agenda política nacional (me refiero a la agenda más bien mediática nacional). Pasiones, obsesiones y mucha descalificación –justificada o no—corre por los diarios electrónicos, impresos, así como en las frecuencias de radio y televisión del país. Sin lugar a dudas López Obrador resulta un político que genera controversia, se le quiere o se le odia, poco deja lugar para las medias luces pero más allá de la crítica me parece una obsesión la que muchos tienen contra el político tabasqueño. De ahí surge la interrogante, ¿por qué el odio a Andrés Manuel?, he escuchado desde el “no debe ganar” sin sustento de fondo de la voz de Jorge Castañeda, hasta los insultos detrás de un avatar a través de twitter. Vivimos en una libertad de expresión, eso lo celebramos todos –especialmente quienes nos dedicamos al periodismo--, sin embargo, precisamente de quienes comunican con profesionalismo y buscan cualquier espacio o momento para descalificar a López Obrador, esperamos fundamento real, más verbos y menos adjetivos en las líneas, más cuestionamientos y menos descalificaciones en las voces. Existen muchas razones para cuestionar a Andrés Manuel López Obrador, desde la gente que le rodea –como ya expuse en una entrega anterior—de la talla de René Bejarano, Martí Batres o Dolores Padierna, hasta el bloqueo en Reforma o bien, los errores dentro de su gestión como Jefe de Gobierno. En lugar de cuestionamientos llueven calificativos, ¿de dónde entonces nace tanto odio de un específico sector periodístico y ciudadano? A casi seis años de la elección de 2006 donde las campañas sucias fueron eje de promoción, siguen algunos sustentando sus reflexiones en que López Obrador es un peligro para México, ¿más que el vertiginoso aumento del peligro de vivir en este país de 2006 a la fecha?, ¿quién es el verdadero peligro? tal como se cuestionó Martín Moreno en su columna “¡Cuánto odio hacia AMLO” en el diario Excélsior la semana pasada. Creo que la crítica, el análisis y los severos cuestionamientos son necesarios en un sistema político de simulación como el nuestro, donde la elección pareciera el sinónimo de democracia, donde gane quien gane, el común denominador es la separación del gobernante de los intereses del gobernado después de convencerlo de darle su voto, es por ello que necesitamos criticar con seriedad y sin descalificaciones pasionales a todos quienes pretenden ser presidentes de México. Lo mismo Enrique Peña que Andrés Manuel López Obrador y quien resulte de Acción Nacional. Los odios infundados demuestran únicamente la vieja escuela de hacer todo en nuestro país. |
