Secuestran a tres; dos no aparecen Secuestran a tres; dos no aparecen

17:30:31 / 28/11/2011

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La quietud y hasta rutina de aquel pueblo fue rota por el sonido de los potentes motores de tres camionetas de modelo reciente donde viajaban un grupo de sujetos fuertemente armados y cubiertos de la cabeza con pasamontañas; cortando cartucho a sus armas largas y pistolas al tiempo que gritaban que todos se tiraran al suelo, en una cancha de basquetbol a donde cada tarde, como ese día, se daban cita los jóvenes de El Aguacate Poniente, municipio de Tancítaro para divertirse un rato luego de las pesadas labores agrícolas en las huertas de aguacate de la región. De donde secuestraron a tres personas, una de las cuales fue rescatada durante un enfrentamiento a balazos con el Ejército y dos de ellas no aparecen. Era un martes dos de diciembre del 2008, cuando Cuahutémoc Castillo Torres, entonces de 22 años de edad, se habían citado en la cancha de basquetbol del lugar con su novia Maricruz, para echarse una cascarita y platicar un rato; serían las 20:30 horas, cuando todo transcurría normalmente, en el lugar estaban también dos hermanas de Temo, Elizabeth e Iradia Liliana, así como varios jóvenes más que se divertían sanamente. Nadie se imaginaba lo que estaba por ocurrir en los siguientes minutos y que dejaría marcado para siempre la quietud de aquel pueblo, en la mente de sus pobladores y secuela en los jóvenes que fueron testigos oculares de la acción de aquellos criminales sin escrúpulos. Al lugar arribaron las tres camionetas de donde descendieron al menos una decena de sujetos fuertemente armados y encapuchados, cortaron cartucho al tiempo que se distribuían estratégicamente en torno a la cancha de basquetbol, uno de ellos preguntó que quién era Gabriel. Había un silencio sepulcral, nadie dijo nada, todos trataban de contener hasta la respiración, había miedo y zozobra. En el lugar estaba una camioneta Toyota y los maleante preguntaron de quién era y Temo les dijo que era suya; se le acercaron tres empistolados y lo empezaron a golpear y a jaloneos lo llevan a la Toyota en donde lo suben, no sin antes despojarlo de su cartera. También toman como rehén a su hermana Elizabeth y la suben a una camioneta Yukon, en donde la mantienen bocabajo por espacio de diez minutos, luego la bajan y parten del lugar por el camino hacia Pareo. A Temo lo cambiaron de camioneta y según se percató, en las otras dos llevaban también a personas secuestradas, lo cubrieron del rostro con su chamarra, lo sentaron en el asiento posterior y le dijeron se agachara hasta las piernas. El camino fue largo, dijo. La camioneta donde lo llevaban, iba delante de las otras dos; escuchó cuando uno de los delincuentes dijo: ¡Hay vienen los guachos, ya valió madre!, al tiempo que frenaba bruscamente. De inmediato empezó a escuchar disparos de arma de fuego que retumbaban en aquel oscuro paraje, solamente atinó a tirarse en el piso de la unidad para tratar de ponerse a salvo; estaba inmóvil, en eso escuchó cuando uno de ellos gritó: ¡ya me dieron! Y lentamente se quitó la chamarra de la cabeza. Temo estaba solo en la camioneta, al asomarse descubrió que se acercaban varios militares, arrastrando logró salir de la camioneta y tirarse hacia un costado al tiempo que levantaba un brazo como pidiendo auxilio. Los militares habían rodeado la camioneta pero las otras dos se regresaron y huyeron entre la confusión. Había disparos de ambos lados. Uno de los secuestradores, identificado como Octavio Elías Jiménez Reyes, de 22 años de edad, con domicilio en la calle Genaro Vázquez número 310 de la colonia Pueblo Nuevo en Oaxaca, lanzó al suelo un “cuerno de chivo” tras ser herido por los militares de un balazo en la ingle, otro en el muslo y uno más en el glúteo, todos del lado izquierdo, quienes les gritaron se rindieran y tiraran las armas al suelo. Durante dos minutos hubo un gran silencio y suspenso. También detuvieron en el lugar a Aníbal Raúl Ramírez Cruz (a) El Cachetón, de 21 años de edad, con domicilio en la calle Emiliano Zapata número 19, también en Oaxaca y aseguraron dos rifles AK-47 de los conocidos como Cuerno de Chivo, seis cargadores y 150 cartuchos útiles. Cuauhtémoc les dijo a los soldados que lo llevaban secuestrado y les contó lo ocurrido. Tras llevar a que recibiera atención médica Octavio Elías, regresaron al poblado de El Aguacate Poniente ya casi al amanecer. Ahí se enterarían de otra historia. Llorando, asustada y prácticamente sin dormir la noche anterior, su hermana Elizabeth salió a su encuentro y como pudo, le contó lo ocurrido poco antes de que a ellos se los llevaran de la cancha de basquetbol; los mismos encapuchados habían llegado a su casa y se habían llevado a su mamá Celia Torres Solórzano y a su cuñado Raúl Sánchez Guerra, esposo de su hermana Esperanza. Los secuestradores habían llegado a su casa y se apoderaron de dinero y objetos de valor, luego subieron a la señora y su yerno; les preguntaron del dinero producto de la venta de una huerta de aguacate días antes, tres hectáreas en un predio en la cuesta alta, allá por el pinabete y cuyo monto había sido dos millones 400 mil pesos pero solamente le habían dado la mitad. Los militares implementaron un operativo de búsqueda en la región, recorrieron caminos y veredas, pero nada. Se los había tragado la tierra. Al ser interrogados los dos detenidos, dijeron ante el Ministerio Público que trabajaban allá en Oaxaca en un taller mecánico y que una ocasión se entrevistó con el “maestro” Mauro en el bar Clímax y les propuso venir a trabajar a Michoacán, les pagarían 15 mil pesos quincenales. Llegaron a Uruapan el primero de diciembre por la tarde, luego les dijeron se trasladaran a Zirimbo, municipio de Tancítaro en donde los recogieron en una camioneta y los llevaron a un rancho. Al día siguiente les dieron un curso intensivo sobre el manejo del rifle Cuerno de Chivo, les dieron un pasamontañas, por la tarde les ordenaron subir a unas camionetas y llevaron a cabo el primer secuestro, pero al no conocer el camino, los atraparon durante el enfrentamiento con los militares, sus cómplices lograron huir y desconocen su paradero y de los dos secuestrados, hasta el momento, nadie sabe nada; ellos han sido sentenciados a purgar una condena de 33 años de prisión cada uno y al pago de una multa de 25 mil 245 pesos, sin derecho a obtener la libertad bajo fianza.