El primer contacto con los elementos indígena y español, lo estableció un soldado de Hernán Cortés de apellido Parrillas, quien llegó a Taximaroa el 23 de febrero de 1522. Allí permaneció dos días
08:31 PM 15/02/2013
Alfredo Díaz Barriga C.
El primer contacto con los elementos indígena y español, lo estableció un soldado de Hernán Cortés de apellido Parrillas, quien llegó a Taximaroa el 23 de febrero de 1522. Allí permaneció dos días donde presenció las espectaculares fiestas de Purecoragua. Al volver a Tenochtitlán describió maravillado al esplendoroso del reino tarasco y su riqueza. Cortés envía entonces una expedición al mando del capitán Montaño, que llegó hasta Tzintzuntzan y fue recibido por Tangaxoan II con mucha cortesía. Montaño volvió a la capital azteca con un grupo de mujeres, de donde salieron los primeros mestizos michoacanos.
Cortés envió a Cristóbal de Olid con 270 jinetes y numerosos indígenas aliados. Una vez más fue Taximaroa campo de batalla, pero la fortaleza cayó esta vez ante el empuje de los españoles, debido a la superioridad de su armamento, y a pesar del heroísmo de los michoacanos que opusieron enconada resistencia.
Al saberlo el Caltzontzi, reunió a su consejo de gobierno. El anciano Timas aconsejó al rey, resistir al enemigo a toda costa y defender el reino, contra la opinión del capitán Aniniarángari, que estaba impresionado por las armas y caballos españoles. Tangáxoan lo envió recorrer el reino por la parte oriental y preparar a los pueblos para la lucha. En Ucareo, Araró y Acámbaro ya estaban preparados para el combate. Al llegar a Taximaroa, el caudillo tarasco cayó en poder de Cristóbal de Olid. Este convenció a Anirángari de que a su regreso a Tzintzuntzan, fue que iba en son de paz y amistad, por lo minado a los pueblos sobreoponer resistencia a los blancos. Timas seguía exaltando el patriotismo, mientras Aniniarángari optaba por la alianza con los españoles.
Ante esta incertidumbre, el temeroso rey huye hacia Uruapan, mientras el capitán español, se aproximaba a la capital tarasca. Timas, Aniniarángari, su hermano Huitzizilzi y otros caciques, se aprestan a presentar batalla con un gran ejército. Cristóbal de Olid, logró con astucia, convencerlos de que venían en son de paz y amistad. Los michoacanos depusieron las armas y fueron recibidos en Tzintzuntzan amigablemente. Allí los españoles hicieron demostración del poder de sus armas, para impresionar a los naturales. Se quemaron todos los atavíos religiosos y objetos de culto. Fueron saqueados las casas del Caltzontzi, de las que se extrajo riquísimo botín de oro, plata, joyería y ricas ropas reales de bellas plumas multicolores.
Este tesoro fue enviado en hombros de varios grupos de tamemes hasta Coyoacán residencia de Cortés, encabezados por el triste Aniniarángari. Este relató a Cortés la muerte de Caltzontzi Tangáxoan II en el Lago de Pátzcuaro, pero fue desmentido por noticias que llegaron poco después, de que aún vivía.
Cortés envió a Aniniarángari, para convencer al rey de ir a Coyoacán a entrevistarse con él, con la promesa de darle toda clase de consideraciones. Convencido Tangáxoan, decidió ir a Coyoacán. Se entrevistó con Cristóbal de Olid, de paso por Pátzcuaro. Acompañado de numeroso séquito, llegó a Coyoacán. Allí tuvo la oportunidad de conocer y saludar a Cuauhtémoc, quien se mostró resentido con el Caltzontzi. También conoció en Coyoacán, a los franciscanos Fray Martin de Valencia, observando maravillado, el gran respeto de los conquistadores tenían a estos hombres, pobres, humildes y descalzos, por lo que los consideraban hechiceros. Pidió a Cortés que los enviara a su reino. Uno de los primeros convertidos, fue el propio rey, que fue bautizado con el nombre de Francisco.
Originalmente publicado en el semanario “Hoy”, Año I, No. 13, Uruapan, 5 de julio de 1989. Dirigido por Alfonso Pérez Ayala.
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