México ante la Guerra de Intervención Francesa

Antecedentes de la Batalla del 5 de Mayo 1862
01:02 PM 05/05/2013


México ante la Guerra de Intervención Francesa
Antecedentes de la Batalla del 5 de Mayo 1862

5 de mayo de 2013.- Antecedentes de la Intervención.- En 1861, una vez concluida la Guerra de Reforma, la situación económica que atravesaba el gobierno del licenciado Benito Juárez impedía solventar la gran mayoría de los gastos primordiales, a raíz del capital invertido en la lucha que sostuvieran los liberales contra los conservadores y las pérdidas económicas sufridas a consecuencia de la misma, por eso ahora el problema del ejecutivo más que político era financiero.
Y es que a pesar de que el triunfo liberal logró nacionalizar los bienes materiales del clero, al día siguiente de la victoria de la también llamada Guerra de los Tres Años, el gobierno de Juárez se encontraba en una de las situaciones de mayor pobreza, no vista hacía mucho tiempo, en cuestión financiera.
Era la hora de actuar con tacto.
Una de las emergencias propuestas por el presidente Juárez, se llevó a cabo el 17 de julio de aquél año, cuando se ordenó por medio de una ley la suspensión del pago de la deuda exterior durante dos años, a partir de aquella fecha; este hecho ocasionó inconformidad entre las naciones afectadas como Inglaterra, España y Francia, lo que a final de cuentas dio como resultado un conflicto con una de ellas, Francia.
Sin embargo, no sólo la suspensión de pagos era el motivo primordial para la futura guerra contra los franceses, pues para entonces, naciones poderosas del Viejo Mundo pretendían expansionarse a los mercados de América Latina, que veían desplazar en un futuro no remoto, su dominio económico sobre las materias primas, productos agrícolas, agropecuarios y de otras especies, de las repúblicas del Continente Americano, básicamente las de habla hispana.
Incluso la Guerra de Secesión de los Estados Unidos, brindó la oportunidad tan esperada por los gobiernos europeos, los franceses en primer lugar, para intervenir en los asuntos políticos de América.
Y en el caso de México, se dice que el gobierno juarista nunca esperó que, debido a la ley que establecía la suspensión de pagos, pondría a prueba su resistencia ante la ocupación del ejército francés en tierras mexicanas a partir de 1862 y hasta 1867. Por medio de la intervención francesa, el rey Napoleón III, emperador de esa nación, buscaba crear en el territorio mexicano un sistema de gobierno monárquico y de paso impedir el expansionismo de los Estados Unidos, país poderoso ya en ese entonces y vecino nuestro.
Pero, antes de que se iniciara la invasión francesa, vale la pena puntualizar que una vez decidida la suspensión de los pagos de la deuda exterior, los países europeos afectados: Inglaterra, España y Francia, formalizaron los arreglos para realizar una intervención tripartita, a iniciativa de los primeros.
En cuanto a la deuda externa, según las cuentas de don Manuel Payno, México debía a Inglaterra alrededor de 70 millones de pesos; a Francia 2 millones 860 mil pesos; y a los súbditos españoles casi 9 millones y medio. O sea, una deuda aproximada de 82 millones.
Por eso, Inglaterra siendo la más afectada inició las relaciones diplomáticas para intervenir en el Golfo de México como presión para que se les pagara su deuda, pero ya una vez reunidas estas naciones con el objeto de tratar el tema de la deuda que tenía México con ellas, Francia y España se mostraron dispuestas a intervenir; en cambio Inglaterra manifestó que pretendería simplemente hacerse pagar.
El 31 de octubre de 1861 se firmó la Convención de Londres, por medio de la cual los tres gobiernos mencionados acuerdan enviar una expedición a México y presentar una reclamación colectiva que intentaba presionar al gobierno de Juárez en la garantía de sus pagos y los compromisos monetarios que México había contraído con ellos.
En el documento se acordó que se respetaría la integridad territorial de nuestro país y en ningún momento se establecería otra forma de gobierno, pero más adelante veremos que no fue así, pues las fuerzas francesas estaban por llegar al país.
Entre diciembre de 1861 y enero del año siguiente, cuerpos expedicionarios de las tres potencias arribaron a Veracruz, mostrando su interés de intervenir en costas mexicanas como presión para cobrar los adeudos contraídos por México.
El 17 de diciembre llegaron al puerto de Veracruz los buques españoles, mientras que los barcos ingleses y franceses pisarían tierra firme poco después.
A continuación, los comisionados de las tres naciones se reunieron en la hacienda de La Soledad, Veracruz, el 9 de enero de 1862, donde se habrían de discutir los asuntos relacionados a las deudas contraídas, y al final del encuentro definir los Tratados de La Soledad.
Gracias a los buenos propósitos del comisionario español general Juan Prim, del británico Charles Wike y del excelente actuar del diplomático mexicano Manuel Doblado, se concluyó respaldar al gobierno de nuestro país considerando que en la práctica no tenía ningún caso intervenir o invadir México a sabiendas de las condiciones desfavorables en que se hallaba.
De esta manera, el gobierno inglés y el español, rechazaron el acuerdo que antes habían pactado, junto con Francia, en la Convención de Londres, y dieron instrucciones a sus tropas que se encontraban en tierras mexicanas para que regresaran a sus respectivas naciones.
En otras palabras, ambos países aceptaron la prórroga expuesta por el gobierno mexicano para el pago de su deuda e inmediatamente sus tropas se marcharon. Sin embargo, Francia no aceptó los Tratados de La Soledad , decisión que llevaría a México a un nuevo episodio en su historia, conocido como "La Guerra de Intervención Francesa y El Segundo Imperio", recordando que el nombre de primer imperio fue puesto cuando Agustín de Iturbide ocupó el poder, recién concluida la Guerra de Independencia.
El inicio de esta etapa de la historia de México tiene su origen desde que el gobierno francés, opta seguir con su plan ambicioso expansionista tomando como pretexto la deuda financiera para emprender ventajosamente una intervención en nuestro país, por eso Juárez renunció a los Tratados de La Soledad ante aquél gobierno y rompió toda clase de relaciones diplomáticas con los galos, pues claro estaba que esa potencia europea quería establecer aquí un gobierno monárquico.
Precisamente, es aquí donde inicia la resistencia republicana, ante el acoso e invasión del ejército francés.
Es de resaltar que Napoleón III, rey de Francia, llegó a contar con el respaldo de los grupos reaccionarios de México quienes habían sido derrotados en la citada Guerra de Reforma, conformado en su totalidad por conservadores, algunos hacendados, dirigentes del alto clero, núcleos de indígenas que bajo presión actuaban bajo las órdenes de la iglesia mexicana y así como elementos del poder militar que tenían los conservadores.
Una importante observación es que esta invasión no era por casualidad, demostraba el interés ciego de Napoleón III por posicionar a su imperio a través de un gobierno satélite en el continente americano, pues la esencia última de la Guerra de Intervención Francesa nunca fue cobrar una deuda económica, sino expandir aquí la influencia política y económica del gobierno del también llamado por Víctor Hugo, Napoleón "El Pequeño", apelativo por su incapacidad, de mente estrecha y despotismo.
Con la influencia de sus asesores y los conservadores y traidores de nuestra patria, las ideas de Napoléon III quedaron al descubierto cuando envió los miles de soldados a la desprotegida tierra mexicana. Dicho en otras palabras, al que fuera sobrino de Napoleón Bonaparte, le interesaba frenar el avance expansivo de los Estados Unidos, dando a México todas las facilidades para que se transformara en un gobierno fuerte en todos sentidos, pero absolutamente monárquico, apoyado por Francia, con la condición de que nunca debería tratar con Estados Unidos asuntos diplomáticos.
Todo estaba planeado por el emperador, y al saber que, ¡para variar! los norteamericanos también pretendían sujetar a México bajo condiciones demasiado extremas económicamente, por eso lo mejor para sus ambiciones –de Napoleón III- sería tener en nuestro país, una colonia que impidiera el crecimiento de Estados Unidos desde el punto de vista expansivo.
En teoría, así México se convertiría en la colonia más próspera y rica del Nuevo Mundo, la antigua Nueva España desde entonces representaba para Napoleón III
una gran tentación. Era una tierra con muchas riquezas, virgen inclusive, con grandes posibilidades de explotación, y donde la lucha por el poder tenía divididos a todos los mexicanos.
Las ambiciones del gobernante francés eran tangibles, por un lado, una nación como México, cinco veces más grande que su país, considerada -hasta la fecha- rica en recursos naturales, minerales, flora y fauna; poseía dos grandes litorales y el clima propiciaba cualquier tipo de cultivo agrícola; y por el otro lado se detendrían las ambiciones de su competencia expansiva, los Estados Unidos.
Además, como se dijo, los europeos habrían de aprovechar que México se encontraba sumido en un torbellino de diferencias internas entre sus dos partidos: el Partido Liberal y el Partido Conservador.
Conviene en este instante señalar que el liberalismo mexicano fue en sus inicios una teoría revolucionaria porque sus principios contravenían drásticamente la realidad que pensaba transformar, según lo dice en un ensayo sobre El Nacionalismo, el escritor Héctor Aguilar Camín (Nexos, julio, 1993).
Los liberales señala: “querían acabar con los fueros corporativos de la Iglesia y el ejército, capitalizar la economía desamortizando los bienes del clero y de las comunidades, instituir una república moderna con división de poderes y pacto social. Sobre todo, querían barrer los restos políticos y sociales de la Colonia”.
“Los liberales mexicanos vieron en la Iglesia el obstáculo mayor al progreso y al advenimiento de una sociedad moderna”, apunta.
En este sentido, un aspecto que debemos reafirmar es que, ante estas circunstancias, el gobierno de Juárez tuvo que defenderse del estado más poderoso del Viejo Mundo, que exigiendo la liquidación de su deuda, ofendería la soberanía nacional con el visto bueno y apoyo de los conservadores, el clero mexicano y varios hacendados que, como veremos, creían que era preferible tener un emperador extranjero como gobernante a estar sujetos al poder del Licenciado Benito Juárez, su gran archienemigo. Este es sin duda el ejemplo histórico del divisionismo que ha existido entre los mexicanos, pues desde entonces ha marcado las diferencias (hasta ilusas) que han perjudicado tanto a nuestra nación.
Es decir, en aquella época, las intenciones de los franceses fueron más que claras; poner en práctica la antigua y certera consigna de "Divide y Vencerás", ¡divide y vencerás al pueblo mexicano!
Dicho sea de paso, Napoleón "El Pequeño" se interesó más por México cuando se enteró de los informes suministrados por los reaccionarios mexicanos, que sin saberlo eran falsos, donde le manifestaron que en nuestra nación no sólo era posible sino deseada la instauración de un régimen monárquico para acabar con la demagogia en que se debatía la República, encabezada por el liberal don Benito Juárez.
Pero esa era una mentira, la demagogia surgió en efecto del Partido Conservador, aquél que abanderaba el mantenimiento de los fueros y privilegios eclesiásticos y castrenses, así como la inmutabilidad del orden económico y social.
Si Francia puso énfasis en obtener el apoyo solidario de España e Inglaterra según para exigirle su pago de la deuda externa y garantías a la seguridad y las vidas de los extranjeros residentes en el país -encubriendo su verdadera intención-; más énfasis pusieron los conservadores mexicanos, en suplicar la intervención extranjera, mostrando así su actitud antipatriótica.
Por su parte, desafortunadamente los Estados Unidos, en el momento mismo de la conspiración contra México y sabedores de la intención de los galos, en la práctica nunca ayudaron a México, para prevenir la intervención extranjera, y su única proposición ventajosa, donde se ofrecía prestar dinero a cambios de bienes, fue rechazada automáticamente por el gobierno de Benito Juárez, pues afectaba gravemente la integridad de nuestro ya deteriorado territorio.
Mientras el Partido Conservador en México, obró sin ningún patriotismo, sin miramientos a la historia de la independencia nacional, republicana y estimulado solamente por su ambición de poder, privilegios de clase y sus ideas retrógradas o tradicionalistas, el Partido Liberal y su Ejército Republicano dio la batalla para la defensa de la libertad, la independencia y la soberanía de nuestro pueblo, tal como lo veremos más adelante.

TOMADO DEL LIBRO: “LOS MARTIRES DE URUAPAN, DEFENSORES DE LA PATRIA”,
AUTOR: Sergio Ramos Chávez


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