Tuve la oportunidad de conocer el trabajo de Luis Estrada Rodríguez hace un par de años, cuando el Vhs era la onda y la piratería aún no era el gran negocio
06:09 PM 04/10/2010
Tuve la oportunidad de conocer el trabajo de Luis Estrada Rodríguez hace un par de años, cuando el Vhs era la onda y la piratería aún no era el gran negocio. Así mientras ya me iniciaba en el oscuro negocio de la producción y se “repartían” las cosas del primer CVI en un cambio de director me hice propietario de Bandidos, una co-producción entre México y España que nos cuenta la historia de un niño que se escapa de su colegio y en su camino se encuentra con unos bandidos que al destruir su escuela, no le dejan mayor opción que unirse a ellos. En aquel entonces no conocía de directores mexicanos y el trabajo Luis era para mí una primer referencia que me llevaría después a ser un fiel adepto de algunas producciones de nuestro glorioso cine mexicano (por que hay que reconocer que no todo es bueno) y del trabajo de Estrada, de quien particularmente he venido admirando por su valentía para crear propuestas diferentes (cosa que no todos los días se ve en la gran pantalla mexicana).
Años más tarde vino Ambar y otros más la legendaria Ley de Herodes, que fue un golpe duro y revelador sobre los manejos de la política y las instituciones en nuestro país, y que catapultó a este director (gracias también a la censura ridícula que le impusieron) muy arriba del institucionalmente llamado “nuevo mine mexicano”. Hoy Luis ha vuelto a causar revuelo con El Infierno, su más reciente producción que nos muestra la situación que se vive en nuestro país, mostrándonos la teoría de la práctica sobre cómo se las arreglan en las organizaciones delictivas para librar la batalla ante el gobierno federal y la lucha por ganar plazas y demostrar quién es el más gallo.
A Luis no le tembló la mano, apoyado con importantes actores de ámbito nacional (algunos utilizados en sus anteriores películas como Damián Alcázar y Ernesto Gómez Cruz), brinda una historia que nos entretiene y nos hace reflexionar sobre esta guerra, donde sin duda la ciudadanía ha sido la más afectada, sin embargo ha llamado la atención la censura que se ha impuesto sobre la película que fué clasificada como C es decir sólo para adultos. En este sentido Estrada, ha argumentado que esta situación es lamentable ya que su objetivo era que la población juvenil conociera los riesgos de involucrarse con estos grupos delictivos y detalló que El profeta, un filme que involucró sexo explicito o Bastardos sin gloria de Tarantino que tuvo una propuesta narrativa y estética mas y agresiva, fueron juzgadas de una forma menos severa.
El aprovechamiento de elementos para paliar la censura impuesta fue importante para llamar al público a las salas: el logo del Bicentenario puesto como letrero de carretera, baleado y rayoneado con la frase Nada que celebrar, un cartel con libre expresión gráfica que incluye un narco malote, un perro hambriento con su hueso, el pozolero moviendo a las carnitas y muertitos amontonados hablan por sí solos sobre lo que abordara el filme, además de un letrero encima (en una segunda versión) que hace muy visible el texto: “CENSURADO por violencia gráfica, lenguaje procaz y criticar a la guerra emprendida contra el narco y el crimen organizado”.
Sin duda muchos han sido los comentarios sobre la realización de esta película que gritan sobre la negatividad de usar el tema, alegando de manera purista que no ayuda al desarrollo del país, sin embargo hay que ser claros y honestos, la película de Estrada Rodríguez ha sobre salido contra las demás en cartelera porque además ser una buena historia, es un tema más apegado a la realidad que está viviendo la sociedad, donde el público cinéfilo asiste cansado de las tradicionales historias rosas que durante años en su mayoría nos han venido contando los cineastas mexicanos contemporáneos.
Aquí no se obliga a nadie, el que entra a verla es porque quiere y si, como dijo el Cochiloco: El infierno es la mismísima vida. El cine mexicano está cambiando y es importante contar con realizadores como Luis Estrada que a diferencia de otros, sigue produciendo cine para su gente y su país.
Valdría la pena que el “infierno” fílmico mexicano ya le diera oportunidad a gente que trae ganas de hacer cine con nuevas propuestas, que con una larga carrera recorrida ha obtenido importantes premios llevando a lo más alto el nombre de nuestro país y nuestro cine. Ejemplos hay muchos: Elisa Miller, Michel Franco, Raúl Ramón, Ileana Leyva, Alejandra Islas, Rigoberto Castañera, Panchito Rodríguez, Celso García, en fin la lista es muy larga, la cosa es comenzar a abrir las salas pero eso no se logrará si los distribuidores y las exhibidoras siguen viendo al cine como un mecanismo para inflar sus bolsillos, dando prioridad a los churros hollywoodenses y dejando al cine nacional en un lugar muy oscurito.
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