Al cruzar a Nuevo Laredo desde los Estados Unidos, el miedo empieza a cundir desde el puente internacional.
07:46 PM 02/05/2011
Al cruzar a Nuevo Laredo desde los Estados Unidos, el miedo empieza a cundir desde el puente internacional. Las decenas de historias que la gente en Laredo, Texas compartió con nosotros sobre balaceras, levantones y gente inocente que murió a manos de policías, ejército y criminales marca una diferencia con cualquiera otra visita.
La ciudad luce semi abandonada, decenas de negocios cerrados, locales en renta, gente por debajo de las aceras y una desconfianza entre todos los que pasamos por las calles de esta ciudad fronteriza.
En la garita de entrada el Ejército Mexicano revisa hasta el último tornillo de mi cámara fotográfica. Nos advierten andar con cuidado.
Tomamos la carretera rumbo a Monterrey, casi no hay gente por las calles de Nuevo Laredo, muchos predios, casas y locales comerciales tienen distintos números y señalizaciones con graffiti, como una forma distinta de censar e identificar la ciudad.
En la aduana del kilómetro 26 personal del Instituto Nacional de Migración y del Servicio de Administración Tributaria actúan con la prepotencia que les caracteriza. Pasando esta garita la autopista también pareciera en abandono a los alrededores. Los parajes comerciales y restaurantes a la orilla del camino lucen cerrados y no dan más servicio.
En los 220 kilómetros que recorrimos hasta llegar a Monterrey contamos más de 40 vehículos de la Marina Armada de México con efectivos abordo, todos dirigiéndose a Nuevo Laredo (es decir, por el lado contrario de la autopista).
Dos patrullas de la Policía Federal vimos durante el camino, una estacionada en la salida de Nuevo Laredo y otra que al parecer iba custodiando a un trailer (ignoraba que la policía federal hiciera trabajos particulares).
Finalmente con todo el miedo encima llegamos a Monterrey, ciudad azotada por narco bloqueos, levantotes y enfrentamientos. Al parecer la calma ha retornado parcialmente a la ciudad, sin embargo por doquier se observan convoyes de policía estatal y municipal fuertemente armada.
Hasta aquí esta breve crónica de una pequeña parte de la realidad que se vive en el norte de nuestro país, donde la palabra recurrente es miedo, donde las autoridades no pasan sin escoltas y donde quienes gobiernan este país no alcanzan a entender la desesperación de quienes aquí habitan. No se dan cuenta el hecho que significa no saber si por la noche regresaras vivo a casa.
JOSÉ ANTONIO LÓPEZ SOSA
www.perspectivaradio.com.mx
Ló[email protected]
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