Espionaje gubernamental. La omnipotencia de los medios electrónicos

Los medios electrónicos de comunicación en la actualidad juegan un papel preponderante en las democracias modernas; inclusive han llegado a generar verdaderos paradigmas democráticos y políticos en países en los que las libertades han sido inobservadas, no obstante, también estos medios de comunicación han sido utilizados por entes gubernamentales para la consecución de sus propios objetivos al amparo del interés colectivo de seguridad nacional.

En España, Chile, Venezuela, los países árabes, Turquía y México, los medios electrónicos de comunicación han coadyuvado en sus procesos democráticos. En los casos árabes, la primavera árabe ha ayudado al tránsito de regímenes totalitarios hacia formas de gobierno más democráticas, en las que se busca la participación de la ciudadanía en la elección de sus autoridades, procesos que han ido avanzando de manera desigual pero firme hacia un estado democrático. En Iberoamérica, han mejorado los procesos mediante una mejor participación ciudadana y mayor crítica hacia las autoridades en aras de generar mejores condiciones de vida para sus respectivos connacionales. En este sentido, podríamos decir que estos mecanismos han sido útiles para las sociedades contemporáneas, no obstante, al constituir una manera eficaz de comunicación, los medios electrónicos también representan un potencial inmenso para la consecución de objetivos no apegados a derecho.

Este tipo de fenómenos ya han sucedido en la actualidad, como fue el caso de Edward Snowden que reveló que el gobierno de los Estados Unidos mantenía un permanente espionaje a sus connacionales, mientras que el Presidente Barack Obama mantenía un discurso liberal que contrariaba los hechos de sus agencias de inteligencia.

Pudiéramos pensar que estos casos se limitan únicamente a aquellos países que han sido prominentemente militares, no obstante en nuestro país sucede y no solamente en virtud del reportaje del New York Times que evidenció el espionaje que realizaba el gobierno mexicano, sino también por el manejo que

se le han dado a los mecanismos electrónicos de comunicación para minimizar críticas o acallar opositores. Un estudio realizado por John Paul Verkamp y Miaxi Gupta de la School of Informatics and Computing of Indiana University, recientemente demostró que en China, México, Siria y Rusia se han usado los bots masivamente para ahogar las voces disidentes, tal como sucedió cuando en twitter se generó un “tumor electrónico” de más de 3 mil bots que monopolizaron la discusión cuando se dio el criticado nombramiento del ahora Ministro Eduardo Medina Mora en virtud de no poseer el perfil idóneo para desempeñar tan alta magistratura. Otro hecho similar sucedió cuando la periodista Carmen Aristegui fue víctima de censura cuando realizaba críticas al gobierno de Enrique Peña Nieto en el proceso electoral 2015.

El referido estudio no ha sido el único en la materia, ya que la empresa Citizen Lab de Canadá demostró que en nuestro país existe un spywere denominado Finfishers que es instrumentado por el gobierno con el objetivo espiar a sus ciudadanos. Estas prácticas son realizadas bajo pretexto de la seguridad nacional y combate al crimen organizado, lo cual, a juicio del que escribe, tiene una finalidad legítima, que es proteger a la sociedad, no obstante, cuando ese objetivo se pierde de vista y tiene como finalidad causar un embate a opositores se genera un rompimiento al estado de derecho y un grave daño a la democracia.

Un estado democrático es aquel en el que existen dos cosas: división de poderes y respeto de los derechos humanos. En la parte de la división de poderes entendemos que no exista invasión de esferas competenciales, principio de legalidad en el que los entes se funden en la norma para su actuar y la presencia de pesos y contrapesos entre esta forma de dividir el poder. Por otro lado, respeto a los derechos humanos, en el que la libertad de expresión, la libre imprenta, a la privacidad, entre otros, son elementos sine qua non en los estados que se pretenden y presumen como democráticos. En este sentido, ante la inexistencia de tales cuestiones y rente al espionaje que se realiza hacia periodistas, activistas y opositores, nos trasladamos hacia regímenes totalitarios en los que las libertades pasan a segundo término y la democracia con ellas.

Lo evidenciado en el prestigioso diario norteamericano, pone bajo la lupa la legitimidad del gobierno de Enrique Peña Nieto y nos permite percibir el fétido aroma de la censura que caracterizó a su partido durante el siglo pasado. De igual forma, nos obliga a reflexionar sobre el tipo de democracia que tenemos y creemos tener; pareciera ser que vivimos en una simulación en la que conocemos aquello que el gobierno nos permite saber; pensamos y nos allegamos de las informaciones que el régimen nos permite conocer.

Lamentablemente, esta noticia vino de afuera, como han sucedido los grandes golpes de los últimos meses. ¿Qué hubiera sucedido si el NYT no hubiera publicado tal reportaje? Viviríamos en un estado de ignominia, así como hemos vivido desde quien sabe cuando hemos vivido. Ojo, no perdamos de vista de donde vino el golpe, un periódico en el que un prominente empresario mexicano es accionista. Pareciera ser que estamos en presencia de un Leviatán moderno que utiliza nuestros celulares para saber todo sobre nosotros, dejando de lado la Ley que en este caso solamente está de ornato.

Espionaje gubernamental. La omnipotencia de los medios electrónicos

Autor:

Autor multimedia: