Realizan Asamblea Plenaria del Episcopado Mexicano
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Del 13 al 17 de noviembre en la Casa Lago
07:38 PM 19/11/2017
Del 13 al 17 de noviembre, los obispos de México se han reunido en la Casa Lago, Sede
del Episcopado Mexicano (CEM), para celebrar la CIV Asamblea Plenaria. Los Obispos de
México reflexionamos sobre la tristeza y sufrimiento causados por los pasados sismos y
huracanes que han golpeado fuertemente, afirmamos que Dios ha estado con nosotros. No
ha sido Él quien nos ha golpeado. Él ha hecho salir lo mejor de nosotros mismos a través de
la solidaridad que los afectados han sentido por parte de muchos ciudadanos, entre los
cuales hicimos notar a los católicos. Dios está a nuestro lado, fortalezcamos nuestra
esperanza.
Por otro lado, también dialogamos sobre la importancia de reconstruir las personas, el tejido
social y los daños materiales en nuestra Patria. Con profundo dolor y preocupación
constatamos que siguen presentes esas otras calamidades que cimbran, derrumban y
destruyen nuestra gran nación: la injusticia e inequidad, la corrupción e impunidad, las
violencias, el narcotráfico, los asesinatos y desaparecidos, la inseguridad y extorsión, los
atentados a la familia, a la niñez y a la juventud. Confiamos al Señor, que “es nuestro refugio
y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46, 1), nos conceda vernos de
pie y consolidados en la justicia y en la caridad.
Todos y cada uno según nuestra propia vocación, somos necesarios para construir una sociedad más justa, próspera y en paz.
Nadie se sienta excluido, todos somos parte en la solución.
Una de las formas de reconstruir nuestra patria es participando en los próximos comicios
electorales. Busquemos hacer “el bien posible” esto es: “impulsar todo lo que aporte al bien
común, a la paz, a la seguridad, a la certidumbre, a la justicia, al respeto de los derechos
humanos y a la solidaridad real con los más pobres y excluidos”.
Los trabajos giraron en torno al Proyecto Global de Pastoral 2031-2033 que estamos
elaborando, como nos lo ha pedido el Santo Padre, Papa Francisco el año pasado. A fin de
que propicie la conversión pastoral de todos los agentes, particularmente de nosotros
obispos, para que cercanos a ustedes y con un renovado espíritu sigamos construyendo el
Reino de Dios.
I JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
Hoy celebramos en toda la Iglesia la I Jornada Mundial de los Pobres. El papa Francisco al
final del Jubileo de la Misericordia nos pidió a toda la Iglesia celebrar la Jornada Mundial de
los Pobres, para que en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez
más y mejor en signo concreto del amor de Cristo con los últimos y los más necesitados.
Con el lema: “No amemos de palabra sino con obras” ha expresado su preocupación por los
más pobres de nuestros hermanos e iniciado las jornadas por los pobres.
Para el Papa, el amor no admite excusas: el que quiere amar como Jesús amó, ha de hacer suyo su ejemplo;
especialmente cuando se trata de amar a los pobres. Por otro lado, el modo de amar del Hijo
de Dios lo conocemos bien, y Juan lo recuerda con claridad. Se basa en dos pilares: Dios
nos amó primero (cf. 1 Jn 4,10.19); y nos amó dando todo, incluso su propia vida (cf. 1
Jn 3,16). Estamos llamados a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los
ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad.
Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y
comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobreza en sí misma.
La Arquidiócesis deMorelia comprometida con sus hijos que sufren la pobreza, como lo ha hecho siempre en su historia, extiende una vez más su mano, y en torno a esta I Jornada Mundial de los Pobres, a
través de la Pastoral Social, con la Dimensión de la Movilidad Humana, abrirá un Centro
donde se atenderán a migrantes, personas que viven en la calle, vulnerables e indigentes.
Este Centro se ubica en la calle Allende nº 543, Col. Centro, Morelia, allí se ofrecerá comida
y atención médica. Que esta Jornada Mundial del pobre se convierta para nuestra conciencia
creyente en un fuerte llamamiento, de modo que estemos cada vez más convencidos de que
compartir con los pobres nos permite entender el Evangelio en su verdad más profunda.
Los pobres no son un problema, sino una oportunidad para acudir a ellos, para acoger y vivir la
esencia del Evangelio.