Ante el repetitivo bombardeo informativo sobre los últimos hechos sobre la resolución del caso de la niña Paulett, el encarcelamiento de Celia Lora, el derrame de petróleo en el golfo y la desaparición misteriosa del más odiado que amado “Jefe” Diego, no me quedo otra más que la de regresar a la pila de discos y buscar algo que ver de lo tanto que esta acumulado por ahí y que no he visto. Así en mi empedernida búsqueda vi algo que en letras mayúsculas decía: SEX, en ese momento me dije: Oh porno!!!. pero no fue así, mi retorcida mente me había engañado vilmente y me había hecho sacar una serie televisiva que le habían prestado a mi mujer y ante la carencia de nuevos materiales para matar el ocio no tuve más remedio que verla en encuentros nocturnos durante un par de días.
No tengo idea de por la serie ha tenido éxito, ya que no encontré nada aportador, más que un foro de apoyo total al feminismo que se plasma en cuatro mujeres de “treinta y pico” (como ellas se denominan ñoñamente), que después de un día duro en la ciudad “como el rompimiento un tacón, no encontrar un lugar para poder fumar o que algún hombre guapo y con dinero les haga caso”, provocan su conclusión del día en completa depresión y considerando que el mundo no es justo. Pero ¿Cómo acabar con esa triste sensación de desigualdad? La respuesta se reduce a la aplicación de las cuatro letras más viejas del mundo: SEXO. Samantha regularmente encuentra a alguien para compartir su cálida cama, Charlotte emprende épicas batallas por encontrar a su príncipe azul que la intimará por siempre, Miranda se da una mano con su erecto amigo de baterías recargables que la saca de su abrumadora realidad y Carrie… (Dios mío es la peor) Carrie simplemente se comporta como una completa adolecente a la que le gusta beber en fiestas y tener sexo como sea y como sea, además de escribir sobre temas donde se cuestiona existenciales temas de interés femenil como: ¿Las mujeres nos hemos olvidado del romance?, ¿Somos amantes insaciables o zorras? o ¿Mear o no mear? Esa es la cuestión.
La serie basada en la obra de Candance Bushnell denota dos cosas sobre la autora: su convivencia con los hombres fue violenta o fue desatendida por sus compañeros en su vida romántica-sexual, al grado de buscar vengarse exponiéndolos de una u otra manera en su llamada “poesía literaria” que como ella ha dicho, es autobiográfica de la cual muchas mujeres ya son adictivas adeptas de su ideología.
Ejemplo de exposición masculina podemos verlo en escenas como la de Miranda que al sacar la ropa de su cesto sucio descubre en el bóxer de su novio una rosón café, que evidencia (según ellas) que vivir con un hombre no siempre es “nice” o la del marido de Charlotte que en la solución de sus problemas de erección, se entera que ella en un ataque de desesperación sexual se despacha al jardinero o que decir de Samantha, quien al salir con un novio mucho más bajo de estatura, considera que su “cosita” será inútil para ella en la cama, pero peor es el caso de Carrie, cuando su novio se niega a tener relaciones sexuales a cuatro días de conocerla y la remata preguntándole: ¿Qué la gente ya no sale?, dejando a su rubia novia como una urgida ninfómana que disfrazan en la serie bajo el discurso de “una romántica amante fugaz que su novio no la comprende”, para no dejar en mal el papel de la mujer. Qué lindo.
Recientemente visite algunas redes sociales y blog que simpatizan con la autora, su libro, la serie (es sus diversas temporadas) y las películas. Sorprende la gran cantidad de jóvenes mujeres mexicanas que están siendo influenciadas bajo el decálogo de Busnell, quienes aplican ya los conceptos de la obra en su vida diaria y quienes además consideran a las cuatro personajes de esta serie como super héroes postmodernos de liberación femenina, posicionando a los hombres en el lugar de los villanos y a las cándidas féminas como unas chicas sencillas y carismáticas a las que les gusta ir de compras, tener sexo picoso y reunirse en restaurantes de sociedad para comentar sin pena sobre su vida intima mientras desayunan.
La producción cumple con las normas, al menos con las establecidas por Hollywood en cuanto a la técnica cinematográfica se refiere, pero extraña sin duda la posición extremista-feminista que hablando en un sentido meramente de equidad de género hace un gran contraste tomando la exigencia de igualdad que las mujeres han exigido desde hace décadas.
Soy Zimón Avellaneda en el proyector de Opacos aclarando en defensa de mi género, humillado en esa serie. Nos vemos la próxima semana sexosos. [email protected]
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